La victoria viene siempre por el camino de la humildad
“¿Quién reconoce sus propios errores? Perdóname, Señor, mis pecados ocultos” (Salmos 18, 13)
«¿No has pensado que es posible que haya algunas debilidades escondidas en tu alma, por medio de las cuales los enemigos (de tu salvación) se siguen fortaleciendo en ti, atormentándote hasta la extenuación? Y aunque al examinarte detenidamente no encuentres en ti nada como lo que mencioné, tú sigue orando a Dios con humildad, recordando siempre estas palabras: “¿Quién reconoce sus propios errores? Perdóname, Señor, mis pecados ocultos” (Salmos 18, 13).
Todos los Santos Padres dan una sola respuesta y una sola recomendación para tales casos: ante cualquier tentación, la victoria se obtiene por medio de la humildad, la penitencia y la paciencia, pidiendo el auxilio divino, por supuesto. Ora con fervor a la Reina de los Cielos, a todos los justos de Dios y a aquellos santos por quienes sientes una especial devoción, para que te ayuden a librarte del engaño del maligno. Pero, en primer lugar, examina tu estado espiritual para ver si estás en paz con todo el mundo y si tu corazón no está juzgando a tus semejantes».
(Traducido de: Filocalia de la Optina, traducere de Cristea Florentina, vol.1, Editura Egumenița, Galați, 2009, pp. 154-155)