La vida espiritual
La vida espiritual consta no sólo en rodearte de paz y consuelo, porque también es cruz espiritual, es decir, saber soportar con docilidad la falta de consuelo.
Hay momentos difíciles, pesados, amargos. Y sin ellos no podríamos llegar a buen puerto. En la lucha física muchos son heridos y tienen que convalecer. Con más razón, en la lucha espiritual, porque en ella recibimos muchas heridas por parte de los espíritus de la maldad, sobre todo cuando confiamos demasiado en nuestras propias fuerzas y razón; ésto, hasta que nos humillamos, reconociendo nuestra incapacidad. Debes luchar con humildad, así como nos lo enseñaron y demostraron los Padres, y si llegas a caer, levántate y entérate que debido a tu orgullo eres tentado por los demonios. Recurre a reprenderte a tí mismo, buscando la humildad, pero no huyas de tu celda. Hasta el momento en que el monje no sea sacudido por las tentaciones y problemas, no conocerá sus propias impotencias y no podrá humillarse.
La vida espiritual consta no sólo en rodearte de paz y consuelo, porque también es cruz espiritual, es decir, saber soportar con docilidad la falta de consuelo.
(Traducido de: Ne vorbesc Stareții de la Optina, traducere de Cristea Florentina, Editura Egumenița, 2007, pp. 49-51)