La virtud de ver nuestros propios pecados
¡Conozcamos, pues, nuestros pecados, y lloremos por ellos! Esta es la filosofía más excelsa que hay bajo el cielo.
¡Hermano, nunca anheles ver ángeles! El maligno te puede engañar de mil y una maneras. ¿Qué es lo que debemos ver? ¡Nuestros propios pecados! Arrepintámonos y confesémonos. Porque nada impuro podría entrar en el Reino de los Cielos.
Veamos qué es lo que dice San Efrén el Sirio, en la oración que repetimos cada Ayuno Mayor: “Así, Señor, soberano, concédeme ver mis propios pecados y no condenar a mi hermano (no juzgar a nadie), porque bendito eres por siempre. Amén”.
Y San Isaac el Sirio dice: “Antes entra en el Reino de Dios uno que ve sus propios pecados, que otro que es capaz de ver a los ángeles”.
Esto es lo que debemos ver. ¡No nos creamos dignos de hablar con los santos y con la Madre del Señor! ¡Todo eso no es sino pura vanidad!
¡Conozcamos, pues, nuestros pecados, y lloremos por ellos! Esta es la filosofía más excelsa que hay bajo el cielo. ¡No creamos en los sueños o las visiones! Porque empezarán a salir toda clase de clarividentes, hasta llenar el mundo, como predecesores del Anticristo.
(Traducido de: Ne vorbește Părintele Cleopa - 3, Editura Mănăstirea Sihăstria, 2004, p. 27)