La vital importancia de cuidar lo que pensamos
Sólo entonces vendrá al hombre la serenidad, el sosiego: cuando haya cargado con su cruz. Luego, cuando sufres con otro, recibes auxilio. Pero cuando crees que has alcanzado un nivel muy avanzado en lo espiritual, realmente estás perdiendo lo poco que tenías.
El atleta de la vida espiritual lucha por apartar los pensamientos que el maligno le pone en el camino con el propósito de socavar la unidad interior de las fuerzas del alma, para enfermarla. El propósito de la Ortodoxia, que es una ciencia psicoterapéutica, es sanar el alma enferma, y, entre las alternativas de tratamiento con las que cuenta, en el primer lugar está el cuidado de la mente, el rechazo a los pensamientos negativos y agitantes, así como la labor de “matarlos” antes de que entren por la “puerta del corazón”.
Veamos lo que nos dicen los Santos Barsanufio y Juan: «¿Qué es la serenidad? Consiste en concentrar el corazón en sí mismo, deteniendo su impulso de dar y recibir, y el deseo de agradar a los demás, entre otras cosas. Cuando el Señor avergonzó al escriba con la parábola del hombre que fue atacado por unos malhechores, y le preguntó: “¿Quién te parece que fue el prójimo?”, el otro le respondió: “El que se compadeció de él” (Lucas 10, 37). También el Señor Mismo dijo: “Misericordia quiero, que no sacrificio” (Mateo 9, 13)».
Entonces, si sabemos que la misericordia es más grande que el sacrificio, inclinemos nuestros corazones a la compasión y la piedad. Porque bajo la máscara de la tranquilidad se puede llegar al orgullo, mientras el hombre no alcance la pureza completa. Porque sólo entonces vendrá a él la serenidad, el sosiego: cuando haya cargado con su cruz. Luego, cuando sufres con otro, recibes auxilio. Pero cuando crees que has alcanzado un nivel muy avanzado en lo espiritual, realmente estás perdiendo lo poco que tenías. Así las cosas, no te vayas ni adentro ni afuera, sino que empieza desde el medio, entendiendo cuál es la voluntad del Señor, “porque los días son malos” (Efesios 5, 16)”.
(Traducido de: Mitropolitul Hierotheos Vlachos, Psihoterapia ortodoxă: știința Sfinților Părinți, traducere de Irina Luminița Niculescu, Editura Învierea, Arhiepiscopia Timișoarei, 1998, pp. 364-365)