La voz del dolor
Si no escuchas la voz del dolor, valiéndote de calmantes o de remedios que solamente tratan los síntomas, tu sanación quedará bloqueada y la enfermedad seguirá actuando en lo profundo de tu ser.
Una maravillosa forma de librarnos del pernicioso estrés, consiste precisamente en la práctica del silencio. Primero tenemos que buscar la serenidad exterior: apagar la radio, apagar el televisor, sacarnos los auriculares de los oídos… Evitemos conectarnos a la internet y encender la TV, sabiendo que son fuentes de imágenes que nos encienden los apetitos y nos sugieren necesidades que son, en realidad, falsas.
Necesitamos callar, necesitamos escuchar el silencio de nuestro interior. Necesitamos escuchar todo lo que sentimos. Podemos sanar, solamente si escuchamos nuestro dolor. El dolor es una señal de que hay algo en nosotros que no está sano. Escuchar el dolor es como llamar una ambulancia. Es decir que tú, con tu atención, vienes en tu propio auxilio. Y tú, al recibir la información que viene desde tu interior por medio del dolor, puedes decidir, en otro foro interior, activar y proteger los procesos naturales de sanación. Si no escuchas la voz del dolor, valiéndote de calmantes o de remedios que solamente tratan los síntomas, tu sanación quedará bloqueada y la enfermedad seguirá actuando en lo profundo de tu ser.
(Traducido de: Monahia Siluana Vlad, Doamne, unde-i rana?, Editura Doxologia, Iași, 2017, pp. 182-184)