Las aflicciones son mensajes que Dios nos envía
Él permite que todo esto suceda, para que podamos dejar atrás algunos de nuestros pecados. Nunca culpemos a los demás por nuestras penas, sino sólo a nosotros mismos.
Cuando aparezca alguna aflicción, recibámosla como si fuera Dios mismo quien nos la envía. Él permite que todo esto suceda, para que podamos dejar atrás algunos de nuestros pecados. Nunca culpemos a los demás por nuestras penas, sino sólo a nosotros mismos. Y no nos desconcertemos.
¿Por qué? Debemos apropiarnos de ese “¿por qué?” y encontrar la respuesta en nuestro propio ser. Veamos el ejemplo de muchos matrimonios de nuestros días: tienen un solo hijo deseado, porque han abortado a los demás que han concebido indeseablemente, accidentalmente. ¿Qué observamos en esas familias? Una enorme infelicidad, problemas, enfermedades, peleas, etc. En muchos casos, ese hijo único llega a burlarse de sus padres y hasta golpearlos, provocándoles muchísimo sufrimiento y dolor.
(Traducido de: Arhimandrit Ioachim Pârvulescu, Sfătuiri duhovnicești – repere morale pentru o viață practică creștin – ortodoxă, Sfânta Mănăstire Lainici, 2004, p. 48)