Las buenas decisiones son las más difíciles de tomar
La oración es tan sólo una virtud de muchas, mientras que el amor las comprende a todas.
Cuando debamos elegir entre dos males, optemos por el menor, el más simple. Por ejemplo: estamos orando y, de improviso, viene alguien a visitarnos. ¿Qué hacer? ¿Detenemos nuestra oración o entristecemos al amigo que viene a vernos? En esta situación, lo normal será elegir la primera opción, porque el amor es algo más alto que la oración. La oración es tan sólo una virtud de muchas, mientras que el amor las comprende a todas.
Otro ejemplo: siendo joven, recuerdo que un día, al sentarme a comer, me vinieron dos pensamientos insistentes. El primero, de gula (comérmelo todo hasta llenarme) y el segundo, de vanidad (comer poco, para que los demás elogiaran mi virtud). Joven como era, preferí que me ganara la vanidad, temiendo las consecuencias del comer en saciedad y dar rienda suelta a los deseos del cuerpo.
El que tiene buen olfato descubre rápidamente a quien le oculta un perfume. Lo mismo sucede con un alma pura: inmediatamente reconoce a otra alma pura.
(Traducido de: Glasul Sfinţilor Părinţi, traducere de Părintele Victor Mihalache, Editura Egumeniţa, 2008, p. 135)