Las cualidades del que cree en verdad
El verdadero creyente no ama las cosas del mundo, ni a sus padres, hermanos, esposa o hijos más que al Señor.
El verdadero creyente no es perezoso ni inconstante en la oración, no condena a nadie y no le gusta seguir el “camino ancho”, sino el otro, que es “estrecho y espinoso”. No ama las cosas del mundo, ni a sus padres, hermanos, esposa o hijos más que al Señor. No se entrega a la bebida y a los banquetes que son ocasión para el pecado, en donde podría escuchar palabras o cánticos irreverentes. Lo que hace es acordarse, siempre y en todo lugar, de la muerte y del estremecedor Día del Juicio. Por eso es que ora, se refrena y se prepara de forma debida, para dar una respuesta correcta ante el Juez Celestial.
(Traducido de: Sfântul Simeon Noul Teolog, Miezul înțelepciunii Părinților, Editura Egumenița, p. 35-36)