El arrepentimiento es un bautizo con lágrimas. Por medio del arrepentimiento el hombre es bautizado nuevamente, renaciendo. El Santo Apóstol Pedro, con su negación, traicionó de cierta manera a Cristo, pero ya que lloró con amargura, recibió el perdón por su error. Es decir, el arrepentimiento sincero que demostró, lo lavó, lo purificó nuevamente. Ves, Dios primero hizo la tierra, el mar, toda la creación y, finalmente, tomó un poco de tierra y creó al hombre. El hombre nace primero físicamente y, después, con el Bautizo, nace espiritualmente de la creación de Dios, del agua y del Espíritu Santo, de la Gracia divina —de agua y Espíritu—, haciéndose un hombre nuevo.

(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovniceşti, Vol. III Nevoință duhovnicească, Editura Evanghelismos, București, 2003, p. 176)