Las lágrimas redentoras y el tiempo de gozo
“El tiempo de la risa y el gozo vendrá después de las lágrimas y el amargo llanto por nuestras faltas, cuando venzamos al pecado”.
También existen las lágrimas redentoras, aunque no lo sepamos.
“Entonces”, dice San Macario el Grande, “los ascetas lloran y suspiran por toda la humanidad. Derraman lágrimas llenas de amor por todos”. Sin embargo, nosotros aún no sabemos llorar por nuestros pecados y ni siquiera queremos hacerlo, porque la insensatez y la indiferencia ante nuestra propia salvación nos incitan a buscar, no las verdaderas y perfectas alegrías, sino distracciones inútiles, la risa, la carcajada, lo cómico. Nos distraemos jugando a las cartas, sentados todo el tiempo frente al televisor, asistiendo al cine y al teatro, leyendo libros banales —que incluso nos terminan corrompiendo—, relatando inanes anécdotas, bailando, cantando y practicando demás manifestaciones de una “alegría” falsa, artificial, vacía, que nos usurpa el alma y, a menudo, nos mata el cuerpo.
¡Qué lejos estamos del segundo peldaño de la perfección moral! Olvidamos completamente que estamos “bajo la ira de Dios: ¡atravesamos el campo de la lucha desesperanzada en la vida o en la muerte, rodeados por toda suerte de tribulaciones, mientras el terrible pecado destruye con crueldad las almas de los hombres —redimidas por la Sangre del Hijo de Dios—, y las fauces del infierno nos amenazan sin cesar con engullirnos y arrojarnos al fuego eterno!” (San Juan de Kronstadt).
¿Tenemos tiempo para seguir riéndonos y distrayéndonos? “El tiempo de la risa y el gozo vendrá después de las lágrimas y el amargo llanto por nuestras faltas, cuando venzamos al pecado” (San Juan de Kronstadt).
(Tradudico de. Arhimandrit Ioan Krestiankin, Pregătirea pentru spovedanie, traducere de Cristea Florentina, Editura Egumeniţa, 2014, pp. 137-138)