Las postraciones, un ejercicio vital para el alma y el cuerpo
Es importante el arrepentimiento que debe acompañar a nuestras postraciones, un arrepentimiento sincero por todos nuestros pecados, por los cuales tenemos que pedir el perdón del Señor con todas las fuerzas de nuestra alma y de nuestro cuerpo.
Cuando la persona hace postraciones, su provecho es doble, tanto para el alma como para el cuerpo que las hace. El alma se beneficia, porque, con las postraciones, implora el perdón y la misericordia del Señor; y el cuerpo, porque, de esta forma, fortalece los músculos abdominales y se fortalece. Te recomiendo hacer todas las postraciones que puedas. Comienza con un número pequeño, después puedes ir agregando más con cada día que pasa, hasta llegar hasta donde sientes que puedes resistir. El mismo organismo nos manifiesta los límites de su resistencia y, entonces, fácilmente podemos establecer el número de postraciones que podemos hacer.
Luego, aunque no es obligatorio, podemos mantener constante el número de postraciones diarias que podemos hacer. Esto depende de varios factores, como nuestra disposición espiritual, el cansancio, nuestro estado de salud, etc. Lo importante es el comienzo, por una parte, y, por otra, es importante el arrepentimiento que debe acompañar a nuestras postraciones, un arrepentimiento sincero por todos nuestros pecados, por los cuales tenemos que pedir el perdón del Señor con todas las fuerzas de nuestra alma y de nuestro cuerpo. Si es posible, también podemos repetir la “Oración de Jesús” mientras hacemos las postraciones. Esto sería lo ideal. Y el Señot no solamente nos escuchará, sino que también nos perdonará, porque le pedimos perdón no solamente con nuestros labios, sino también con nuestro cuerpo y con toda nuestra alma, indiferentemente de si esta se encuentra cerca de Cristo o ha sido atrapada por las redes del pecado.
(Traducido de: Sfântul Părinte Porfirie, Antologie de sfaturi şi îndrumări, Editura Bunavestire, Bacău, p. 243)