Palabras de espiritualidad

Librarnos de nuestras pasiones sin caer en el orgullo

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

La oración nos ayuda a librarnos de las pasiones; ella misma presupone una liberación de las pasiones.

Las pasiones atan al hombre a la naturaleza exterior, hasta hacerlo un esclavo de esta. Si por medio de la ciencia él se reconoce en teoría un esclavo de la naturaleza, con las pasiones materializa ese sometimiento de un modo práctico, moral. Con sus pasiones, el hombre se hace esclavo de la naturaleza, una naturaleza degradada que se ha vuelto salvaje en él. Esto demuestra, una vez más, el hecho de que la naturaleza no puede ser alcanzada en sí misma. Las pasiones son una amalgama de la mente y la naturaleza, pero también de una mente débil que ha pervertido la naturaleza, y esta, pervertida de dicha manera, lo domina.

La oración nos ayuda a librarnos de las pasiones; ella misma presupone una liberación de las pasiones. Se podría objetar que aquel que no ora puede dominar sus pasiones por medio de su libertad y vencer las inclinaciones perniciosas de la naturaleza inferior. Pero, si no reconoce nada sobre su libertad, el hombre sigue siendo el esclavo de otra pasión: su propio orgullo, que no es para nada inferior a las demás pasiones. Él mismo eelige el criterio de sus actos. ¿Y en dónde podría terminar, si no reconoce a Dios? En definitiva, se quedaría bloqueado en el dominio de la naturaleza ciega, descomponiéndose con la muerte.

La oración es también un ascenso del hombre sobre sí mismo. Solamente librándose de sí mismo, de lo que se considera la “libertad discrecional”, el hombre puede salvarse de la naturaleza y de la muerte. Solamente librándose de sí mismo, el hombre se vuelve genuinamente libre, en el verdadero sentido de la palabra, al haberse despojado del sometimiento de cualquier pasión.

(Traducido de: Părintele Dumitru Stăniloae, Rugăciunea lui Iisus și experiența Duhului Sfânt, Editura Deisis, Sibiu, 1995, pp. 69-70)