¡Libremos nuestro corazón de la indiferencia!
Si el corazón es indiferente con Dios, nuestra vida espiritual se ve amenazada; lo mismo pasa con nuestra oración, porque es su expresión más viva.
Uno de los peores enemigos del hombre es la frialdad (indiferencia) espiritual. Si el corazón es indiferente con Dios, nuestra vida espiritual se ve amenazada; lo mismo pasa con nuestra oración, porque es su expresión más viva.
Entonces el hombre comienza a extinguirse espiritualmente. Y si se vuelve completamente indiferente, morirá espiritualmente. Los muertos son fríos. Por eso debemos cuidarnos de la indiferencia espiritual, con todas nuestras fuerzas.
(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Călăuza rugătorului ortodox, traducere de Gheorghiță Ciocioi, Editura Sophia, București, 2015. p. 5)