Llamado a la contrición y a la vida en virtud
¡Sé juicioso y líbrate de caer presa de la astucia del demonio! ¡Hazte digno de tu enorme llamado!
¡Escúchame, cristiano! Mientras quede tiempo, esfuérzate en acercarte a Dios y a Sus santos, con fe y devoción. Asiste a la iglesia, alimenta en ti el espíritu eclesial, el espíritu de contrición, el de la santa paz, el de pensar siempre en Dios, el del amor, la mansedumbre, la humildad, la paciencia, la obediencia y la salvación. No seas soberbio, no desprecies a la Iglesia, que es tu Madre, la que te llevará a la salvación. No te pierdas los oficios litúrgicos y, hallándote en el templo, muéstrate siempre comedido, callado, escuchando y meditando, o leyendo y cantando. Si no te acercas a la Iglesia y, por medio suyo, a Dios, seguirás siendo ajeno a ella y a también a Él. Y, cuando mueras, Dios no te recibirá y Sus santos se apartarán de ti, sabiendo que tu espíritu y tu corazón son ajenos a ellos. Tristemente, esto hará que seas enviado a un lugar lejano y oscuro, en donde arde una llama que no se extingue: la morada de los espíritus caídos y de las almas humanas que no se han arrepentido. ¡Sé juicioso y líbrate de caer presa de la astucia del demonio! ¡Hazte digno de tu enorme llamado!
(Traducido de. Sfântul Ioan de Kronstadt, Liturghia – cerul pe pământ, Editura Deisis, 2002, p. 91)