¡Llamemos a nuestra Madre desde la aflicción que nos agobia!
Todos somos débiles e impotentes, y las tentaciones que vienen a embestiros son muchas.
Cada uno de nosotros puede reconocer que es débil y que desde todas partes encuentra solo obstáculos y tentaciones, usualmente difíciles de eludir. En verdad, todos somos débiles e impotentes, y las tentaciones que vienen a embestiros son muchas: empezando con nuestro propio cuerpo, que todo el tiempo lucha en contra de nuestra alma, y también desde el mundo, el cual, según la Palabra de Dios, está lleno de toda clase de males. Finalmente, hay tentaciones que vienen del maligno, quien, rugiendo como un león, busca cómo perder a cada alma cristiana.
No obstante, queridos hijos, tenemos una puerta de esperanza y una protectora en la persona de la Madre del Señor. Así, mantengamos la esperanza de que ella va estar siempre con nosotros, sin importar dónde estemos y cómo vivamos. No olvidemos acudir a ella con nuestras oraciones fervientes. Pidámosle que nos envíe, a quienes estamos inmersos en este mar de pasiones y pecados, su inesperada alegría, y que ablande nuestros corazones y los llene de humildad y amor al prójimo.
(Traducido de: Arhimandritul Chiril Pavlov, Lauda Maicii Domnului, Editura Egumenița, Galați, 2012, p. 13)