Lo que Cristo, el Dios-Hombre, nos concede
La vida eterna, la verdad eterna, la justicia, la virtud, el amor, la alegría eterna: toda la plenitud de lo Divino y de la perfección divina. Esos son los dones de Cristo para con el hombre.
¿Qué cosa le da Cristo al hombre, algo que nadie más podría ofrecerle? La victoria sobre la muerte, el pecado y el demonio. La vida eterna, la verdad eterna, la justicia, la virtud, el amor, la alegría eterna: toda la plenitud de lo Divino y de la perfección divina. Tal como lo dice el Apóstol: “lo que el ojo no vio, lo que el oído no oyó, lo que ningún hombre imaginó, eso preparó Dios para los que le aman” (I Corintios 2, 9).
De hecho, solamente Él, el extraordinario Dios-Hombre, es “la parte buena” (Lucas 10, 42) que el hombre necesita en el mundo y en su vida. En consecuencia, solamente el Dios-Hombre tiene el derecho de pedirnos eso que nadie se ha atrevido a pedirnos jamás: que lo amemos más que a nuestros padres, nuestros familiares, nuestros hijos, nuestros amigos, la tierra misma, los ángeles y cualquier otra cosa del mundo visible y del mundo que no se ve (cf. Mateo 10, 37-39).
(Traducido de: Părintele Iustin Popovici, Credința Ortodoxă și viața în Hristos, Traducere: prof. Paul Bălan, Editura Bunavestire, Galați, 2003, pp. 48-49)