Palabras de espiritualidad

Lo que debemos saber antes de intentar aconsejar a todos

  • Foto: Doxologia

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“¿De dónde puedo saber si soy agradable a Dios, como para indicarle a mi hermano cómo debe proceder? ¡Yo mismo me hallo bajo el yugo del arrepentimiento, por causa de mis pecados!”.

“Anunciar y predicar el Evangelio no es, en general, un deber de todo el que cree, y con mayor razón, no es el primero. El primer deber del creyente es purificarse de sus pasiones”.

“A la vanagloria y a la soberbia les gusta instruir y aconsejar. ¡Lo que menos les interesa es saber si son dignas de dar consejos! Y tampoco entienden que, dando consejos insensatos, pueden causarle al otro una herida que después no podrá sanar”.

“Para aconsejar, para orientar al otro, no basta con ser una persona piadosa: debes tener la suficiente experiencia espiritual, y, ante todo, la unción espiritual (de Dios)”.

“Si el hombre, antes de haberse purificado, se deja llevar por un fervor desmedido, dará a los demás, y también a sí mismo, no una luz pura, sino una luz mezclada, engañosa, porque en su corazón no pervive el bien más puro, sino un bien que está mezclado, en menor o mayor medida, con el mal”.

Dice el abbá Isaías: “¿De dónde puedo saber si soy agradable a Dios, como para indicarle a mi hermano cómo debe proceder? ¡Yo mismo me hallo bajo el yugo del arrepentimiento, por causa de mis pecados!”.

(Traducido de: Cum să biruim mândria, traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2010, pp. 73-74)