Lo que el maligno busca al atacarnos con las pasiones
Con las pasiones, el demonio usurpa todo el anhelo del alma, nos separa completamente del amor divino y nos hace enemigos conscientes del Creador.
El demonio es enemigo de Dios y es también muy vengativo. Es enemigo, cuando, debido al odio que siente por Dios, finge amarnos a nosotros, los hombres, convenciéndonos por medio de los placeres para que voluntariamente elijamos las bondades terrenales antes que las eternas. Con estas pasiones usurpa todo el anhelo del alma, nos separa completamente del amor divino y nos hace enemigos conscientes del Creador.
Y se muetra vengador, cuando, revelando todo el odio que siente contra nosotros, sabiendo que nos tiene en sus manos por medio del pecado, pide que seamos castigados. Porque no hay otra cosa que el demonio ame más que ver al hombre ser castigado. Entonces, ataca ferozmente con pasiones involuntarias a quienes Dios le permite que tiente, pero no para cumplir un mandamiento divino, sino porque desea alimentar su odio en contra nuestra. Y todo esto lo hace para que, con el peso de tantas cargas y dolorosas tribulaciones, el alma, siendo débil, prefiera apartar de sí la fuerza de la esperanza divina, haciendo el asalto de las desgracias que enfrenta un motivo para alejarse de Dios, en vez de servirle como ocasión para aprender.
(Traducido de: Sfântul Maxim Mărturisitorul, Capete teologice, traducere de Laura Enache)