Lo que necesitamos para que nuestra alma sane
La Palabra del Señor nos exhorta de esta manera: “Estad preparados también vosotros, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del Hombre” (Lucas 12, 40).
Es normal confesarnos en el Ayuno Mayor, antes de la Navidad y en los demás períodos de ayuno. Pero también lo podemos hacer en cualquier otro momento. La Palabra del Señor nos exhorta de esta manera: “Estad preparados también vosotros, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del Hombre” (Lucas 12, 40).
Sabemos bien que sin la confesión no hay lugar para el arrepentimiento, mucho menos para la salvación. Por esta razón, es nuestro deber confesarnos con frecuencia y también con toda sinceridad. El principio de la contrición es la confesión y la determinación para dejar de pecar. No podemos sanar, si antes no nos extraemos el proyectil alojado en la herida.
(Traducido de: Protosinghelul Grichentie Natu, Din frumusețile viețuirii creștine, Editura Arhiepiscopiei Sucevei și Rădăuților, p. 118)