Lo que nos abre de par en par las puertas del Cielo
Todavía hay algunos que dicen: “¿Y por qué quiere Dios que nos humillemos?”. ¡Vaya pregunta! Pero si el hombre no se humilla, no tiene cómo entrar en el Paraíso y ni siquiera en esta vida halla descanso.
La humildad abre las puertas del Cielo y hace descender sobre el hombre la Gracia de Dios. Al contrario, el orgullo las cierra. El padre Tikón decía: “Un hombre humilde está más lleno de la Gracia Divina que muchas personas juntas. Cada mañana, Dios bendice al mundo con una sola mano, pero cuando ve a un hombre humilde, lo bendice con ambas manos. ¡El más grande de todos es aquel que tiene más humildad!”.
Todo depende de tener una mente humilde. Cuando el hombre tiene una mente humilde, la tierra y el Cielo se encuentran en él de manera natural. Con la humildad, los hombres encuentran el “botón” que buscaban. Lo presionan y suben al “tercer Cielo”, en el ascensor espiritual del amor.
Todavía hay algunos que dicen: “¿Y por qué quiere Dios que nos humillemos?”. ¡Vaya pregunta! Pero si el hombre no se humilla, no tiene cómo entrar en el Paraíso y ni siquiera en esta vida halla descanso. ¿Qué dijo Cristo? “Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas”.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovnicești, Vol. V Patimi și virtuți, Editura Evanghelismos, București, 2007, pp. 168-169)
