Lo que podemos aprender del ejemplo de San Juan
Mientras la Palabra de Dios no saque a la luz sus culpas, las personas se sentirán dispuestas a loar las disposiciones divinas. Pero, una vez el alma del pecador se siente evidenciada, se rebela y rehúsa someterse al Evangelio, negándose a arrepentirse y enmendarse.
Nuestro Señor Jesucristo dijo estas palabras, refiriéndose a San Juan el Bautista: “(es) la antorcha que arde y alumbra” (Juan 5, 35), anunciando, también, que tendría que sufrir el encarcelamiento por su amor a la verdad. Este fiel e intachable testigo de Cristo enfureció al depravado monarca de aquel entonces, por su sinceridad y su valiente forma de condenar el pecado. Entonces, el rey ordenó que lo apresaran y lo arrojaran al calabozo; él, quien antes lo había escuchado con atención. Ciertamente, mientras Juan no dijo nada en contra suya, Herodes lo llenó de encomios. Pero, una vez la verdad divina, la palabra de fuego y de condena justa, en labios de San Juan, señaló su forma de vida tan llena de pecado, Herodes se hizo enemigo del enviado de Dios.
Actualmente sucede lo mismo: mientras la Palabra de Dios no saque a la luz sus culpas, las personas se sentirán dispuestas a loar las disposiciones divinas. Pero, una vez el alma del pecador se siente evidenciada, se rebela y rehúsa someterse al Evangelio, negándose a arrepentirse y enmendarse.
(Traducido de: Fiecare zi, un dar al lui Dumnezeu: 366 cuvinte de folos pentru toate zilele anului, Editura Sophia, p. 8)