Palabras de espiritualidad

Lo que realmente necesita conocer nuestra mente

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

“Que las novedades del mundo sean para ti como un trago amargo, y las cosas de los hombres santos, como un tarro de miel”.

Del mismo modo en que es necesario cuidar nuestra mente de la ignorancia, como he dicho antes, también es necesario protegerla de la curiosidad desmedida, que es opuesta a la ignorancia. Esto, porque si la recargamos con demasiados pensamientos y razonamientos inútiles, desordenados y burdos, lo que conseguiremos será anularla. Por eso, debes ocuparte solamente de esas cosas que son necesarias, aunque tengas permitidas otras también. Concentra tu mente todo lo que puedas. Siempre. Instrúyela sobre las cosas del mundo y sobre lo que pasa en el universo. La información reciente y las noticias, al igual que todos los sucesos y transformaciones de tu propio país y de los demás, que sean para ti como si no hubiera ocurrido nada (es por esta razón que también San Basilio el Grande nos recomienda que todas las primicias del mundo sean para nosotros como una experiencia amarga: “que las novedades del mundo sean para ti como un trago amargo, y las cosas de los hombres santos, como un tarro de miel”). Y aunque sean los demás quienes vienen a darte esas noticias, recházalas y apártalas de tu corazón y tu mente. Debes ser un laborioso recolector de las cosas espirituales y celetiales. No busques conocer otra cosa en el mundo que no sea al Crucificado, Su Vida y Su Muerte. Esto sí que necesita de tu atención. Entonces, te harás agradable a Dios, Quien ama y elige a aquellos que aman y aprenden a hacer Su voluntad.

Cualquier otra cuestión, cualquier otra información y cualquier otra pregunta es puro egoísmo y orgullo. Valiéndose de estas herramientas, el demonio intenta ganarse la voluntad de aquellos que priorizan la vida espiritual. Los ataca con todas sus fuerzas y se esmera en vencer su mente con curiosidades de este tipo. Lo que le interesa, pues, es conquistar su mente y su voluntad. Así, busca atraer a los hombres con toda suerte de nociones, incluso elevadas, sutiles y curiosas, especialmente a aquellos que quieren retenerlas y a aquellos otros que rápidamente se aferran a ellas.

(Traducido de: Nicodim AghioritulRăzboiul nevăzut, Editura Egumenița, Galați, pp. 27-28)