Los anillos de compromiso
Ese intercambio de argollas no es posible entre personas que se casan solamente “de forma” o sin la intención de construir una vida común, desde el comienzo y hasta el último día.
Antiguamente, eran muchos los que no sabían escribir, y la única forma que tenían de certificar alguna carta o documento, era por medio de un sello. En tales circunstancias, un rol decisivo jugaba el anillo que tenía grabado el sello personal del individuo. Luego, el documento así sellado quedaba incontrovertible. Precisamente ese anillo es recordado en el oficio litúrgico del compromiso. Cuando una persona le da a otra su anillo, significa que le está confiando su vida, su honor, su hacienda... todo. Así, cuando los novios intercambian anillos (he dicho “intercambiar”, porque cada uno de ellos se pone, al comienzo, un anillo, y después, antes de dejárselo en su propia mano, se lo da tres veces a su esposo o esposa), parecen decir: “Me estoy confiando en tus manos, incondicionalmente, me estoy confiando a mí mismo”. Y, desde luego, ese intercambio de argollas no es posible entre personas que se casan solamente “de forma” o sin la intención de construir una vida común, desde el comienzo y hasta el último día.
(Traducido de: Mitropolitul Antonie de Suroj, Taina Iubirii, Editura Sophia, 2009, p. 88)