¡Los dones del Señor son infinitos!
¡Cuánta generosidad, con tal de asegurarle al hombre su alimento y vestido! ¡En verdad, los dones del Señor son infinitos!
Contemplando el universo, veo en todas partes la extraordinaria grandeza de Dios, en cada una de Sus bondades naturales: la faz de la tierra es como una mesa suntuosa, provista abundantemente de toda clase de alimentos, preparados con la mejor atención por el mejor Anfitrión. Hasta lo profundo del mar le ofrece su alimento al hombre. ¿Y qué más decir de los animales, los cuadrúpedos y las aves?
¡Cuánta generosidad, con tal de asegurarle al hombre su alimento y vestido! ¡En verdad, los dones del Señor son infinitos! ¡Y cuánta abundancia en las cosechas de verano y otoño! Todos los cristianos, pero especialmente los sacerdotes, deben imitar la generosidad de Dios. Que su mesa esté siempre preparada para servir a todos, como la mesa del Señor. El avaro es un enemigo de Dios.
(Traducido de: Sfântul Ioan din Kronstadt, Viaţa mea întru Hristos, Editura Oastea Domnului, Sibiu, 1995, p. 67)