Los mandamientos de Dios son nuestro escudo en la lucha invisible
¿Cuál es el motivo por el cual se entabla esta guerra en contra nuestra? Simplemente, para que no se realice, por medio de nosotros, la voluntad de Dios.
Hay una guerra en nuestro interior, desatada por los espíritus de la maldad, quienes atacan al alma con toda clase de pensamientos. Porque, siendo ésta invisible, como lo son también esas fuerzas malignas, es atacada de una forma que no se puede ver. Así, entre el alma y esas legiones del mal hay una guerra con armas, órdenes de ataque, engaños por parte del demonio, batallas encarnizdas, y victorias y derrotas para una y otra parte. Sólo hay una cosa que no tiene esta guerra de la mente (inteligible), que sí tiene la guerra visible (sensible): un tiempo determinado de lucha. Porque la guerra visible tiene un tiempo y un cierto orden, mientras que la otra, invisible, empieza sin aviso y, atacando al mismo tiempo varias partes del corazón, mata el alma por medio del pecado.
¿Cuál es el motivo por el cual se entabla esta guerra en contra nuestra? Simplemente, para que no se realice, por medio de nosotros, la voluntad de Dios, tal como oramos diciendo: “Hágase Tu voluntad”. Y esto es parte de los mandamientos de Dios. Pero, si la persona fija con lucidez su mente en el Señor, en contra de los engaños de los demonios, obtendrá ese conocimiento por experiencia. Por esta razón, el Señor, conociendo las intenciones de los demonios, nos dejó Sus mandamientos para luchar en contra de los propósitos de esos espíritus del mal, amedrentando a quienes intenten vulnerarlos.
(Traducido de: Isihie Sinaitul, Capete despre trezvie, în Filocalia IV, traducere din greceşte, introducere şi note de pr. prof. dr. Dumitru Stăniloae, Editura Humanitas, Bucureşti, 2000, p. 103-104)