Palabras de espiritualidad

Los milagros son la respuesta de Dios a nuestras oraciones

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Dios obra milagros, sea por las oraciones de uno que sufre, sea por las de sus padres o familiares, o por las del sacerdote, o las de la Iglesia entera.

Por medio de las oraciones de un simple sacerdote, en nuestros días, pero también en la antigüedad, se sanaban y aún sanan muchos enfermos. De igual manera, por medio de la oración colectiva, en procesiones, en campos, en huertos y sembrados, suceden distintos milagros obrados por Dios, por la Madre del Señor y por todos los santos. Así ha sido siempre.

Tales milagros no son más que la respuesta del Padre celestial a las plegarias de Sus hijos. Y todo esto puede confirmarse fácilmente en cualquier aldea o en cualquier ciudad del entero mundo ortodoxo. Cualquier persona buena responde a la súplica de su vecino, un hijo a la de su hermano y, sobre todo, el Padre a la de Sus hijos.

¿Acaso alguno de ustedes daría a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿O le daría una culebra cuando le pide un pescado? Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡con cuánta mayor razón el Padre de ustedes, que está en el Cielo, dará cosas buenas a los que se las pidan!” (Mateo 7, 9-11).

Dios obra milagros, sea como respuesta a las oraciones de uno que sufre, o a las de sus padres o familiares, o a las del sacerdote, o a las de la Iglesia entera.

La Iglesia posee, en el bagaje de su vasta experiencia, innumerables ejemplos de la forma en que el misericordioso Dios responde, milagrosamente, a toda clase de oración, sea personal, sacerdotal, familiar, o de la Iglesia Universal.

(Traducido de: Sfântul Nicolae Velimirovici, 105 capete despre minuni, traducere de Preot Victor Manolache, Editura Egumeniţa, Galaţi, 2011, pp. 46-47)

 

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