Los Santos Padres nos enseñan a sortear las trampas del mundo
Muchos han partido a conocer el mundo, sin saber cómo proceder, cómo acercársele, cómo sortear sus trampas.
El mundo es hermoso: la naturaleza, las aves, los animales, las personas, las flores, los olores, los colores, las celebraciones, las bebidas, los vestidos, el dinero, los bailes, el amor, los viajes, los lugares bellos, las ciencias, las artes, la amistad, los honores, los primeros lugares... Todo esto conforma el mundo, con un sinfín de cosas bonitas. Sin embargo, hay que estar atentos. La cercanía exagerada con cada una de esas cosas podría destruirnos. Cerca, muy cerca, podría haber trampas, catástrofes, muerte. ¡Es necesario permanecer muy atentos!
Muchos han partido a conocer el mundo, sin saber cómo proceder, cómo acercársele, cómo sortear sus trampas. Han partido solos, especialmente cuando eran jóvenes y temerarios, sin conocer el peligro. Solos, sin un guía seguro y sin auxilio, o siguiendo a algún ciego espiritual, han sufrido lo mismo que los animales salvajes: han caído en alguna trampa, en alguna celada.
Veamos qué dice el Señor de quienes se atreven a aventurarse a conocer el mundo, siguiendo a un mal guía espiritual: “¡No les hagan caso! Son ciegos que guían a otros ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el foso” (Matei 15, 14).
Para que el hombre no sufra, entonces, lo que los animales salvajes, no importando si es joven o ya mayor, para que no sufra lo mismo que los ciegos que son guiados por otros ciegos, es necesario que se instruya y se deje guiar, en el conocimiento del mundo, por la Santa Escritura y los Santos Padres de la Iglesia. En ellos encontraremos certeza, porque son los únicos dignos de confianza.
(Traducido de: Arhimandritul Spiridonos Logothetis, Răspunsuri la întrebări ale tinerilor – Ortodoxia şi lumea, traducere din limba greacă de Părintele Şerban Tica, Editura Sophia, Bucureşti, 2012, pp. 27-28)