Palabras de espiritualidad

Los santos siempre saben cómo proceder

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Me asusté mucho, diciendo en mi interior: “San Efrén… ¿qué estás haciendo? No me abandones así. ¿Qué fue lo que te pedí que hicieras?”.

«Me había esforzado mucho trabajando en mi tesis de licenciatura, pero mi supervisora cada vez hacía más observaciones negativas a todo lo que le entregaba. Profundamente frustrada, decidí que lo mejor era no presentar más mi tesis para ser corregida e inscribirme con lo que llevaba trabajado hasta entonces, sin saber a ciencia cierta si estaba bien o no.

Recuerdo que estaba muy estresada, porque lo que habría de venir era completamente incierto para mí. Una noche antes de sustentar mi tesis, la ansiedad trajo consigo un enorme remordimiento por no haber llevado mi trabajo a que fuera corregido por mi catedrática. Me acosté y me propuse dormir hasta las cuatro de la mañana, para después levantarme y leer una vez más la presentación con diapositivas que había preparado. No logré dormir más de dos horas, porque sentía que mi corazón latía con tanta fuerza que lo podía escuchar no solamente en mi pecho, sino también en mis oídos.

Finalmente, y llena de angustia, me levanté, tomé mi libro de oraciones con el acatisto y otras plegarias a San Efrén de Nea Makri, me arrodillé y empecé a leer una pequeña oración. Al terminar, como de costumbre, elevé una pequeña plegaria con mis propias palabras, pidiéndole a San Efrén que me ayudara a no tener problemas con los miembros de la comisión de tesis y, sobre todo, con mi trabajo que había quedado sin corregir. Cuando llegué a la facultad, me enteré que la comisión había sido modificada sólo para aquellos que teníamos trabajos de tesis en aquella especialidad. Me asusté mucho, diciendo en mi interior: “San Efrén… ¿qué estás haciendo? No me abandones así. ¿Qué fue lo que te pedí que hicieras?”.

Cuando entré en el salón, entendí que San Efrén había cambiado completamente la comisión de mi grupo, para que no tuviera ningún problema. ¿Qué fue lo que pasó? Que al terminar fui felicitada por el presidente de la comisión, por la forma en que había trabajado mi tesis… ¡hasta fui aplaudida dos veces por mis compañeros y compañeras! No está de más agregar que fui la única que pudo guardar la calma al sustentar su tesis, y que me pusieron un 10 rotundo. ¡Gracias al Señor por todo!»

(Testimonio enviado a la redacción de doxologia.ro por Elena B.)