Los santos son nuestro modelo de paciencia
Así dispuso el Señor que fueran las cosas: que nuestra vida terrenal no discurriera sin penas, porque dice un proverbio popular: “A cada cabeza, dolor, y, a cada corazón, tristeza”.
¿Qué podemos hacer? Así dispuso el Señor que fueran las cosas: que nuestra vida terrenal no discurriera sin penas, porque dice un proverbio popular: “A cada cabeza, dolor, y, a cada corazón, tristeza”. Con todo, lo más maravilloso es que ninguno de los santos varones —por santo y perfecto que haya sido— vivó sin soportar algo, justamente buscando que su parte humana no se enalteciera. Y si los santos supieron ser pacientes, ¡con mayor razón nosotros tenemos que aprender a serlo!
(Traducido de: Filocalia de la Optina, traducere de Cristea Florentina, Editura Egumenița, Galați, 2009, p. 55)