Los santos y su veneración
A los santos no les pedimos la salvación, sino solamente su intercesión ante el Señor para que Él nos salve.
Veneramos a los santos porque, de acuerdo con la Biblia, son “amigos de Dios, Su familia y jueces del mundo”. Por ejemplo, el Señor llamó “amigos” a Sus apóstoles: “Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando” (Juan 15, 14). Y ellos hicieron lo que les ordenó el Señor, y hasta dieron su vida por Él. San Pablo escribe lo siguiente, dirigiéndose a los efesios: “Ya no sois extranjeros y huéspedes, sino que sois ciudadanos de los consagrados y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2, 19).
Los santos viven en el Cielo y saben qué sucede en la tierra con los cristianos: “Os digo que así se alegrarán los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente”, dice el Señor (Lucas 15, 10), prueba de que también los ángeles son honrados en la Biblia. A los santos no les pedimos la salvación, sino solamente su intercesión ante el Señor para que Él nos salve. No decimos. “Santo Mártir Jorge, ¡sálvanos!”, sino “¡Santo Mártir Jorge, pídele a Dios por nosotros!”. Amin.
(Traducido de: Un mare mărturisitor creștin: Preotul Constantin Sârbu, Editura Bonifaciu, București, 2008, p. 251)