¿Merece la pena reaccionar mal ante las ofensas?
¿Por qué no elegir la dulzura de la humildad? ¿Por qué no aprendemos la destreza de la obediencia?
¡No nos entristezcamos, hermanos, por las ofensas, no nos avergoncemos por las injurias de los otros, no nos escandalicemos por las riñas! ¡Tampoco nos dejemos someter por el orgullo! ¡Mejor bajemos la mirada, pero manteniendo el alma en alto! Seamos dóciles, pacientes y compasivos.
Si alguien te dice algo malo, ¿por qué te perturbas, hijo mío? A nuestro Señor Jesucristo le dijeron: “¡tienes un demonio!” y calló; también le gritaron: “¡con el poder del maligno echa demonios!” y no ser perturbó. Y nosotros, que somos miserables y dignos de todo oprobio, nos agitamos como fieras salvajes. ¿Por qué no elegir la dulzura de la humildad? ¿Por qué no aprendemos la destreza de la obediencia?
(Traducido de: Sfântul Teodor Studitul, Cuvântări duhovnicești, Editura Episcopia Alba Iulia, Alba Iulia, 1994, p. 84)