Palabras de espiritualidad

Mi alma suspira y anhela el Cielo

  • Foto: Tudorel Rusu

    Foto: Tudorel Rusu

Translation and adaptation:

Sólo aquellos que han sabido conservar el don recibido en el Bautismo pueden entrar sin dolor. Y en aquel lugar, por medio del Espíritu Santo, conocen al Señor.

Mi alma suspira y anhela el Cielo.

El Señor vino al mundo para alzarnos a Su morada, en donde habita junto con Su Purísima Madre, quien le sirviera ya desde esta vida buscando nuestra salvación, Sus discípulos y todos aquellos que le han seguido a través de los tiempos.

A ese lugar nos llama el Señor, a pesar de que somos pecadores.

Allí veremos a los Santos Apóstoles, que se glorificaron por haber anunciado el Evangelio. Allí veremos también a los santos profetas, a los jerarcas, a los maestros de la Iglesia. También veremos a los piadosos que se sacrificaron ayunando para humillar su alma. En aquel lugar también son exaltados los “locos por Cristo”, porque vencieron al mundo. También todos aquellos que se vencieron a sí mismos, los que oraron por el mundo entero y cargaron con la tristeza de la humanidad, porque estuvieron llenos del amor de Cristo, y el amor no puede sufrir que se pierda tan siquiera un alma.

Es en ese lugar donde mi alma quiere ir a habitar, pero nada impuro podría entrar allí, sino después de haber enfrentado grandes aflicciones, con un espíritu contrito y derramando muchas lágrimas. Sólo aquellos que han sabido conservar el don recibido en el Bautismo pueden entrar sin dolor. Y en aquel lugar, por medio del Espíritu Santo, conocen al Señor.

(Traducido de: Cuviosul Siluan Athonitul, Între iadul deznădejdii și iadul smereniei, Editura Deisis, Sibiu, 2000, p. 43)