Mi voluntad sirve a la Tuya, Señor
No hay nada que no soporte voluntariamente, y a Ti te sirvo, oh Dios mío, pero no como un esclavo, sino poniendo de acuerdo mi propia voluntad con la Tuya, que es santa.
Quien ame a Dios con todo su corazón y respete con toda el alma Su voluntad, podrá, en las tribulaciones y el dolor, clamar con valentía en oración: “¡Cuánto lamento, oh Dios mío, que no me hayas mostrado antes las disposiciones de Tu santa voluntad para mí, porque habría corrido a cumplirlas antes de que Tú me llamaras! ¿Quieres llevarte de vuelta los bienes, la honra y la gloria que me has dado? ¡Desde hace mucho estoy preparado para devolverte todo eso! ¿Quieres llevarte a mis hijos? Los pongo a disposición de Tu voluntad. ¿Quieres alguna parte de mi cuerpo? ¡Tómala, porque pronto me despojaré gozoso de todo el cuerpo! ¿Quieres mi alma? ¿Por qué habría de negártela? No dudaré en dártela, incluso te pediré que te la lleves antes. ¡Recibe de mí todo lo que me has dado, porque te lo entrego voluntariamente! Todo lo que es Tuyo lo cumplo con regocijo, voluntariamente, sin que nadie me obligue. No hay nada que no soporte voluntariamente, y a Ti te sirvo, oh Dios mío, pero no como un esclavo, sino poniendo de acuerdo mi propia voluntad con la Tuya, que es santa”.
¡Esta es la legítima forma del acuerdo entre la voluntad del hombre y la voluntad de Dios!
(Traducido de: Sfântul Ioan Maximovici, Mitropolit de Tobolsk și Siberia, Iliotropionul sau acordul dintre voia omului și voia lui Dumnezeu, Editura Egumenița, pp. 181-182)