Mientras más cerca se está de Dios, más se reconoce uno como un pecador
El anciano le preguntó: “¿Quién crees que eres en tu ciudad?”. Y el hombre le respondió: “Soy una persona muy importante, la más importante del lugar”.
Un día, el abbá Doroteo fue visitado por un ciudadano de Gaza, y el anciano le preguntó:
— Dime, ¿quién crees que eres en tu ciudad?
Y el hombre le respondió:
—Soy una persona muy importante, la más importante del lugar.
Entonces, el anciano le preguntó otra vez:
—Pero si vas a Cesarea, ¿quién creerás que eres allí?
El otro respondió:
—El último de todos los hombres comunes.
—¿Y si vas a Antioquía?
—Un hombre cualquiera.
—Y si vas a Constantinopla y te acercas al emperador, ¿quién creerás que eres?
Y respondió el hombre:
—Un indigente.
Entonces, el abbá le dijo:
—Lo mismo pasa con los santos: mientras más cerca están de Dios, más pecadores se ven a sí mismos.
(Traducido de: Preot Pavel Gumerov, Cele opt păcate de moarte și lupta cu ele: ascetica ortodoxă pentru mireni, traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2014, pp. 23-24)