Mientras más nos humillamos, más se deja sentir el Espíritu Santo
Una persona me pidió que le enseñara la “Oración del corazón”. Le respondí: primero es necesario crucificarse, para después poder resucitar.
Según sea tu humildad, en esa misma medida el Espíritu Santo te levantará. Un santo padre dice: “Arrojarás y serás arrojado”. No tiene que arrojarte (el demonio), tú debes arrojarlo. ¿Cómo? Con la “Oración de Jesús” y con tu humildad. El Espíritu Santo lo arroja, no nosotros... Pero, por medio de nosotros, el demonio hace lo opuesto: a través de nosotros blasfema en contra de Dios, y también por medio nuestro el Espíritu Santo castiga al demonio.
Una vez, vino una persona y me pidió que le enseñara la “Oración del corazón”. Le respondí: primero es necesario crucificarse, para después poder resucitar. Mientras la mente siga sometida a los cinco sentidos, no podremos alcanzar la “Oración del corazón”. Pero, mientras más nos humillamos, más se deja sentir el Espíritu Santo.
(Traducido de: Părintele Proclu Nicău, Lupta pentru smerenie și pocăință, Editura Agaton, Făgăraș, 2010, p. 32