Nademos contra las tormentas de las pasiones
¡Oh, qué amargo tormento espera a los pecadores! ¡Qué ira caerá sobre el alma que obra el mal, sin importar si se trata de un monje o un laico!
No ansiemos los placeres del mundo. No nos dejemos vencer por la dejadez, más bien huyamos del mundo y sus cosas. Nademos contra las tormentas de las pasiones, alcémonos sobre los espíritus impuros, bregando por llegar al puerto de la vida eterna. ¡Oh, qué amargo tormento espera a los pecadores! ¡Qué ira caerá sobre el alma que obra el mal, sin importar si se trata de un monje o un laico! Pero aún más si se trata del alma de un monje, porque mientras más se nos haya dado, más se nos pedirá una vida sin mancha.
(Traducido de: Sfântul Teodor Studitul, Cuvântări duhovnicești, Editura Episcopia Alba Iulia, Alba Iulia, 1994, p. 69)