Nadie puede salvarse solo, sino viviendo en comunidad
La soledad te aísla, te hace débil, impide que tu espíritu se alegre de las bondades que hay en el mundo, especialmente de las bondades espirituales. Al contrario, la vida en comunidad te salva de muchas situaciones difíciles. Nadie puede salvarse solo, sea laico, sacerdote o monje. Todos nos salvamos en comunidad, en la Iglesia de Cristo y cada uno es responsable del otro.
En esta vida, si vives solo, estás perdido. ¡Si vives en comunidad, te has salvado! La soledad te aísla, te hace débil, impide que tu espíritu se alegre de las bondades que hay en el mundo, especialmente de las bondades espirituales. Al contrario, la vida en comunidad te salva de muchas situaciones difíciles.
La más trágica decisión del hombre es la de vivir en soledad, aislándose totalmente. San Cipriano dice: “Solos, caemos más fácilmente. ¡Pero nos salvamos en comunidad, en la comunidad de la Iglesia!”. Nos ayudamos mutuamente en nuestras debilidades y avanzamos hacia la salvación. Nadie puede salvarse solo, sea laico, sacerdote o monje. Todos nos salvamos en comunidad, en la Iglesia de Cristo y cada uno es responsable del otro.
Si hay uno que es débil, toma su carga y llévala tú. Si tú eres débil, pidele a otro que te ayude. De esta manera, unidos en oración y en buenas obras, alcanzaremos la gloriosa Resurrección del Señor, para resucitar con Él y ver la luz celestial.
(Traducido de: Părintele Cheorghe Calciu, Cuvinte vii, ediţie îngrijită la Mănăstirea Diaconeşti, Editura Bonifaciu, 2009, pp. 37-38)