Palabras de espiritualidad

Ni arrogantes ni soberbios. Dios nos quiere humildes

    • Foto: Stefan Cojocariu

      Foto: Stefan Cojocariu

“Si he menospreciado el derecho de mi siervo, o de mi sierva, cuando se quejaron de mí, ¿qué podré hacer cuando Dios me juzgue?  Él (Dios) me formó a mí y a ellos en el seno materno, un mismo Dios nos formó en el vientre”.

También Job era justo, y tenía consigo toda la justicia humana. Él no renunciaba a un mal para servir a otro. También nosotros decimos que una balanza está equilibrada si sus dos brazos son iguales. No es que sea más exacta cuando pesamos oro que cuando pesamos plomo, sino que todo el tiempo se mantiene igual de ajustada y calibrada. También Job era justo y en todas las circunstancias de su vida actuaba con la misma ecuanimidad. No le importaba tener una balanza correcta para medir sus bienes materiales y jamás se pasó de la medida en las demás cosas. Tampoco hay quien pueda decir que Job amaba la rectitud solamente en lo material, pasándose de la medida cuando se trataba de relacionarse con los demás, por causa de la arrogancia y la vanidad. No. De hecho, a él le importaba mucho no comportarse de una forma tan deleznable como la descrita. Por eso es que decía: “Si he menospreciado el derecho de mi siervo, o de mi sierva, cuando se quejaron de mí, ¿qué podré hacer cuando Dios me juzgue?  Él (Dios) me formó a mí y a ellos en el seno materno, un mismo Dios nos formó en el vientre”

En conclusión, la arrogancia y la soberbia constituyen una gran injusticia.

(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de AurOmilii la Psalmi, Editura Doxologia, Iași, 2011, p. 27)

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