No desesperes cuando tengas que enfrentar las pruebas más difíciles, tribulaciones o enfermedades, cuando el maligno te ponga obstáculos o tentaciones en el camino. Evidentemente, todo esto es permitido por el Señor para examinar tu corazón y todo tu ser, para purificarte, despertarte y enmendarte, para arder las espinas de las pasiones carnales. Por eso, no protestes cuando esas pruebas te parezcan muy dolorosas. No te fijes en el el dolor, sino en los benéficos frutos de estos castigos para la salud de tu alma. ¿Qué no hace el hombre para sanar su cuerpo? ¡Con mayor razón tiene que cuidar de la salud y salvación de su alma inmortal! ¡Sé paciente en todo!

(Traducido de: Sfântul Ioan de Kronstadt, Viața mea în Hristos, Editura Sophia, București, 2005, p. 364)