No caigas en la desesperación, que todo tiene un propósito
Cuando el alma observa que vienen a ella las tentaciones, no las recibe con asombro y tampoco cae en la desesperación, porque sabe que cuando es puesta a prueba y golpeada por la maldad, es con la autorización de Dios.
Tal como los agricultores experimentados, cuando tienen una cosecha abundante, no se confían y piensan también en una eventual escasez o hambruna, y cuando esas calamidades se hacen presentes, no desesperan, sabiendo que las cosas vuelven a cambiar, lo mismo es aplicable a la vida espiritual.
Cuando el alma observa que vienen a ella las tentaciones, no las recibe con asombro y tampoco cae en la desesperación, porque sabe que cuando es puesta a prueba y golpeada por la maldad, es con la autorización de Dios.
Y tampoco cuando se halla en abundancia y holgura cae en la dejadez, porque no se olvida que las cosas cambian.
(Traducido de: Sfântul Macarie Egipteanul, Cele cincizeci de omilii duhovniceşti, Omilia XVI, 3, în Părinți și Scriitori Bisericești, volumul 34, p. 173)