¡No dejes de repetir la “Oración de Jesús!
“¡Hijo mío, conserva siempre esa oración! Ella será tu consuelo en esta vida. Aférrate a la oración y todo caminará bien.”
Cierto día, mientras ayudaba en la cocina a preparar los alimentos para toda la comunidad (del monasterio), me puse a repetir, con mi boca, la oración “¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí!”. El stárets comenzó a seguir mis repeticiones con su cuerda de oración y se alegró mucho al ver que yo podía trabajar y orar al mismo tiempo. Porque, si veía a algún hermano que, trabajando, no repetía aquella oración, se preguntaba: “¿Qué estará repitiendo este monje en su interior? ¿No estará divagando?”. Y, siendo nuestro padre espiritual, se intranquilizaba. Pero cuando nos oía pronunciar la “Oración de Jesús”, se serenaba, porque confiaba en que orábamos de verdad. Volviendo a aquel día, cuando estuve repitiendo esa oración mientras cocinaba, lleno de alegría y sabiendo que le quedaba poco tiempo de vida, el stárets me dijo:
—¡Hijo mío, conserva siempre esa oración! Ella será tu consuelo en esta vida. Aférrate a la oración y todo caminará bien. No temas, porque después de que yo muera esta oración será todo para ti y te mantendrá en el camino espiritual y monacal. ¡No la dejes nunca, hijo mío!
—Con sus oraciones, Padre, la mantendré.
(Traducido de: Stareţul meu Iosif Isihastul, Editura Evanghelismos, Bucureşti, 2002, pp. 408-409)