No es bueno desesperarnos, si sentimos que no somos como deberíamos ser. ¡Lo que está mal es que hayas pecado, hombre! Pero ¿por qué ofendes a Dios, considerándolo incapaz de ayudarte por ignorancia? ¿Es que no puede salvar tu alma Aquel que para ti creó este mundo tan grande y todo lo que tus ojos pueden ver? Y si osaras afirmar que todo lo que existe es para perderte, al igual que Su descenso de los Cielos, arrepiéntete, y Él aceptará tu contrición, como la del hijo pródigo y la de la mujer adúltera. Pero si ni esto puedes hacer y sigues equivocándote por costumbre, incluso sin el concurso de tu voluntad, hazte humilde como el publicano, y te aseguro que esto te ayudará a salvarte.

(Traducido de: Sfântul Petru Damaschinul, Învățături duhovnicești, în Filocalie, vol.V, p. 126)