No es posible hacer algo, si antes no creemos en ello
Nuestra fe se basa en el Evangelio, así que debemos examinar qué clase de doctrina es esta. San Juan Crisóstomo nos recomienda “probar al espíritu”.
No es posible hacer algo, si antes no creemos en ello. Veamos, por ejemplo, por qué una persona cualquiera desea hacerse médico. Porque cree en la medicina. Cualquier científico cree en su ciencia. Y esto es válido en todo y en todas partes. De la misma manera, para la vida cristiana es necesario creer en Dios, en Cristo, en el Evantelio. “No podemos creer”, dicen unos, “porque no hay pruebas de la existencia de todo eso. En el caso de la ciencia, la cosa cambia, porque todo ha sido demostrado”. Bien, pero antes de rechazar algo, hay que examinarlo, ponerlo a prueba.
Nuestra fe se basa en el Evangelio, así que debemos examinar qué clase de doctrina es esta. San Juan Crisóstomo nos recomienda “probar al espíritu”. Y esto se hace en la práctica. ¿Cómo? Vivamos según la enseñanza evangélica y comprobemos si es cierto que son “bienaventurados los pobres de espíritu”, si son “bienaventurados los mansos”, etc. Pero, si no hemos experimentado lo anterior, tampoco lo podemos rechazar ni decir que el Evangelio es una tontería, un cuento. Y son muchos los que piensan así. Pero, el Día del Juicio de Dios, se les preguntará: “¿Leyeron el Santo Evangelio?”. Y se escucharán solamente tres clases de respuestas: 1. No. 2. Sí, a toda prisa. 3. Sí, pero no lo entendí...
De los primeros se puede decir que ellos mismos se hicieron culpables, porque nadie les prohibió leer; al contrario, seguramente hasta se les pidió o recomendó que lo hicieran. Por eso, lo único que les quedará es asumir esa responsabilidad. De los segundos podemos decir casi lo mismo. Pero, los terceros constituyen un caso muy interesante. Estos, creyendo que pueden justificarse, dirán que no lograron entender el Evangelio, es decir, que no pudieron creer en él. Pero también estos quedarán sin respuesta. “A todos se les dieron las claves del conocimiento para probar el espíritu. ¿Por qué no lo hicieron? Por eso, la culpa es suya”. Así es como quedarán sin respuesta.
(Traducido de: Sfântul Varsanufie de la Optina, Filocalia de la Optina, Editura Egumeniţa, Galaţi, 2009, p. 89-90)