No hace falta gastar nada para edificar nuestra salvación
Nuestro Señor Jesucristo se vale de un cimiento especial para la edificación de la casa de nuestra salvación. No utiliza materiales terrenales, que son muy caros… ¡sino que pone la humildad en la base de todo, la virtud de la pobreza de espíritu!
Los cimientos son el elemento más importante cuando se está construyendo una casa. Los constructores de los grandes edificios utilizan los mejores materiales —hierro y cemento— para hacer esos cimientos resistentes y capaces de soportar el peso de todo el inmueble. Por Su parte, nuestro Señor Jesucristo se vale de un cimiento especial para la edificación de la casa de nuestra salvación. No utiliza materiales terrenales, que son muy caros… ¡sino que pone la humildad en la base de todo, la virtud de la pobreza de espíritu! Usualmente, las personas se desviven por acumular riquezas, con tal de construir su propia casa en este mundo. Pero, para la edificación de un hogar celestial, nuestro Señor señala que no se necesita gastar ninguna riqueza material, sino que, al contrario, todo consiste en hacerte pobre de espíritu, es decir, que seas consciente de que ningún bien te pertenece (I Corintios 4, 7).
El hombre puede justificarse por no haber logrado construir una casa en este mundo, argumentando que nunca tuvo los recursos suficientes para ello. Sin embargo, ¿cómo podrá justificarse aquel que no haya edificado la casa eterna de su salvación, misma que se construye justamente con la pobreza, no con la riqueza? Si no cualquier hombre consigue hacerse rico, hacerse pobre es algo que está al alcance de todos… solamente hay que desearlo.
(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Tâlcuire la Rugăciunea Sfântului Efrem Sirul, traducere din limba bulgară de Gheorghiță Ciocioi, Editura Sophia, București, 2011, p. 92)