No hay nada que pueda impedirnos orar
Dios no ve obstáculos en ninguna parte. Lo único que Él pide es un espíritu lleno de fervor y un corazón puro.
La oración es un medicamento, y si no aprendemos cuándo y cómo tomarlo, no obtendremos ningún fruto. Un hombre que camina solo, puede perfectamente elevar cualquier clase de oraciones piadosas. Otro, trabajando en su taller de peletería, puede elevar su alma al Señor mientras está cosiendo pieles. Un empleado doméstico bien puede orar con devoción y esmero, yendo de compras, subiendo y bajando las escaleras, o trabajando en la cocina, cuando no pueda asistir a la iglesia. Dios no ve obstáculos en ninguna parte. Lo único que Él pide es un espíritu lleno de fervor y un corazón puro.
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Cuvinte alese, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2002, p. 63)