“No importa cuántas veces caigas, levántate y te salvarás!”
Esforcémonos en cumplir al menos esto: arrepintámonos profundamente, y con la ayuda divina comencemos bien el camino de la salvación de nuestra alma, cada día.
¡Inmediatamente después de pecar, con sincera contrición dirijámonos a Dios en oración y arrepintámonos profundamente!
Al menos este don tenemos, está dentro de nuestras capacidades. Por medio de la oración, nuestra fe se fortalecerá, nuestro corazón se ablandará mucho más y nuestra alma se hará humilde.
Entonces, Dios nos dará las fuerzas de la gracia para que rompamos las amarraduras de nuestros impulsos pecadores y así podamos empezar realmente bien. Y, siguiendo las palabras de San Juan Crisóstomo, esforcémonos en cumplir al menos esto: arrepintámonos profundamente, y con la ayuda divina comencemos bien el camino de la salvación de nuestra alma, cada día.
Cumpliendo con esto, Dios no nos abandonará, viendo que una vez más volvemos a Él con el corazón compungido, como hijos pecadores, pero fieles a Él. ¡Amén!
(Traducido de: Arhimandrit Serafim Alexiev, Viaţa duhovnicească a creştinului ortodox, traducere din limba bulgară de Valentin-Petre Lică, Editura Predania, Bucureşti, 2010, p. 64)