Palabras de espiritualidad

No le concedamos al maligno la alegría de vernos vencidos

  • Foto: Benedict Both

    Foto: Benedict Both

Mientras más avanzamos en la vida espiritual, más vemos nuestras limitaciones, nuestras carencias, nuestras inclinaciones… Nos vamos conociendo mejor a nosotros mismos.

La desesperanza es el éxito más grande del demonio: cada vez que nos sentimos frustrados, él festeja. ¡No, hijo mío! ¡Jamás, jamás! El Señor nos deja un poco para que luchemos, pero permanece cerca y nuevamente nos da Su Gracia. El hecho de que te veas como uno que es más pecador que los demás es algo bueno. Mientras más cerca estamos de la luz, más vemos nuestros defectos, hasta la mancha más pequeña. Mientras más avanzamos en la vida espiritual, más vemos nuestras limitaciones, nuestras carencias, nuestras inclinaciones… Nos vamos conociendo mejor a nosotros mismos.

¿Y qué hay de malo en que tengamos que enfrentar duras pruebas, inesperadas y tal vez hasta inimaginables para nosotros? Todas esas cosas no son sino pequeños incidentes ante el Sacrificio del Señor por la salvación de nuestras almas, ante las palabras: “Yo no he venido a que me sirvan, sino a servir”. No importa lo que tengamos que enfrentar en nuestra vida, que nada de eso importa, nada tiene un verdadero valor, en comparación con el servicio divino que nuestro Señor Jesucristo ofreció al mundo, y, con mayor razón, frente a aquello que se nos ha preparado en el Cielo, inmortal y eterno.

(Traducido de: Părintele Eusebiu GiannakakisSă coborâm Cerul în inimile noastre!, Editura Doxologia, Iași, 2014, p. 22)