¡No olvidemos todo lo que representa la caridad en la vida del cristiano!
Cuando es pura, la caridad nos ofrece un provecho inconmensurable, porque rompe las ataduras de los que estaban sujetos, disipa la oscuridad, apaga el fuego, mata los gusanos, nos libra del rechinar de dientes y con gran alegría nos abre las puertas del Cielo.
La caridad es una sabia destreza, nuy beneficiosa para qienes la practican. Es, además, amiga cercana de Dios, ante Quien se mantiene todo el tiempo, y con gran facilidad ofrece dones para quien la busque y no la reprima. ¿Cómo la reprimimos? Cuando la practicamos con los bienes de otro. Pero, cuando es pura, nos ofrece un provecho inconmensurable, porque rompe las ataduras de los que estaban sujetos, disipa la oscuridad, apaga el fuego, mata los gusanos, nos libra del rechinar de dientes y con gran alegría nos abre las puertas del Cielo. Porque es una verdadera reina, asemejando a los hombres con Dios. Porque dice: “Sed misericordiosos, así como vuestro Padre es misericordioso” (Lucas 6, 36).
Y es ligera, pero con alas de oro, con un vuelo que embellecen los ángeles, como dice el profeta: “Alas de paloma cubiertas de plata, con sus plumas color de oro” (Salmos 67, 14). Porque los ojos de una tórtola son los más dulces y mansos, los más bellos. Bello es también el pavo real, pero no es nada frente a una tórtola. Estamos hablando de un ave hermosísima y maravillosa, con alas como de oro, que ve más lejos que las demás y usualmente tiene el rostro blanco y manso. Sus alas también son ligeras, por lo cual puede presentarse fácilmente ante el trono real. La caridad, pues, esta bella tórtola, se presentará con nosotros cuando seamos juzgados y nos librará del castigo, cubriéndonos con sus alas. Porque tales son los sacrificios que Dios espera de nosotros, y a Él debemos toda gloria y honor, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. ¡Amén!
(Traducido de: Proloagele, volumul 1, Editura Bunavestire, p. 240)