No pongamos en duda la existencia de la eternidad
Cuando los monjes le preguntaron sobre la vida eterna, les respondió: ¡Créanme, hermanos, el infierno sí existe!”.
“Sobre esta piedra edificaré Mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mateo 16,18). Estas palabras están consignadas en el Santo Evangelio. El Apóstol dice que la fracción del pan, es decir, el Sacramento de la Eucaristía, se celebrará hasta la Segunda Venida del Señor.
San Efrén el Sirio, por su parte, dice que vendrá un tiempo en el que el sacrificio sin sangre dejará de celebrarse. Aquí pareciera haber una contradicción, pero no es así. Tenemos que entenderlo así: de forma abierta y presencial no se celebrarán los oficios litúrgicos en la iglesia, pero el Sacramento seguirá realizándose hasta la Segunda Venida de nuestro Salvador.
San Antonio de Pecherska acababa de morir. Todavía no se había dado sepultura a su cuerpo, cuando, repentinamente, se despertó. Sentado en su féretro y llorando desconsoladamente, respondió a todas las preguntas que le hicieron los demás monjes. Finalmente, agregó esta súplica: “¡Sálvense! ¡Sálvense!”, y después, levantándose, caminó apresuradamente hacia su celda, en donde se encerró. Callaba y lloraba todo el tiempo y, más de diez años después, murió. Hubo otro asceta (el venerable Teodosio) que murió y se despertó. Y cuando los monjes le preguntaron sobre la vida eterna, les respondió: ¡Créanme, hermanos, el infierno sí existe!”.
(Traducido de: Starețul Nicon de la Optina, Editura Doxologia, Iași, 2011, p. 222)