¿No sientes el deseo de asistir a la iglesia?
“A las personas no les gusta asistir a la iglesia. Y, cuando entran, su primer deseo es volver a salir afuera. No tienen paciencia. Luego, la solución es forzarse un poco”, dice el hierodíácono Basilio, del Monasterio Bistrița.
¿Si tenemos la ocasión y el tiempo necesario, es bueno participar cada día en la Divina Liturgia?
—Para los que tengan la posibilidad, sí. Pero, en la primera etapa, debemos tener el deseo de participar al menos los domingos y días festivos. Y si no sentimos una atracción especial por esta práctica, al principio es importante forzarnos un poco. Si un hombre que no tiene apetito es consciente de que podría morir si no se alimenta, al principio se forzará para comer un poco. Algo así es lo que debemos hacer nosotros. A las personas no les gusta asistir a la iglesia. Y, cuando entran, su primer deseo es volver a salir afuera. No tienen paciencia. Luego, la solución es forzarse un poco.
Si vemos el ejemplo de los Santos Padres, encontraremos que pocos de ellos elevaban sus oraciones a Dios, desde el principio, solamente desde el amor. Aun los hombres más virtuosos, como los santos, en determinadas situaciones se vieron en la necesidad de forzarse para orar. Claro está que también hubo momentos en los que sentían una extraordinaria atracción por la oración. Pero ¿qué podemos hacer cuando en nuestra vida no sentimos una atracción especial por la oración? ¿Nos dejamos llevar por lo que sentimos o no sentimos?
El hombre contemporáneo pone un gran acento en lo que siente, y a menudo dice: “Yo hago lo que siento”. ¿Qué hacer si a lo largo de toda tu vida no sientes el impulso de ir a la iglesia? ¿No es que tus “sensaciones” se engañan? En semejante situación, forzarse es la solución. Debemos obligarnos. Nuestro Señor dijo: “El Reino de Dios se toma a la fuerza y los más decididos son los que se adueñan de él”.